– Los ejercicios de la megalomanía del internet, cómo nos presentamos a nosotros mismos a través de las redes sociales y cómo el umbral tecnológico se convierte en ese velo privado entre la verdad y la mentira, entre lo que realmente somos y lo que proyectamos o queremos ser. En oposición al deporte megalómano de la inmediatez, del 'ready-made' mediático, el ejercicio de presentar a un grupo de creadores a través de sus cuadernos, bocetos y escrituras resulta nostálgico, pero sobre todo, innovador ¿Es posible que algo sea nuevo y evoque un tiempo pasado?
– Desde mi perspectiva personal, una presentación de instalaciones de gran escala tiene la misma fuerza -el mismo potencial- que una exhibición de dibujo; el dibujo tiene la capacidad de sorprender, sobrecoger e impactar como una escultura. Si el dibujo aparte es el resultado directo del enfrentamiento privado entre el artista interior y exterior, el potencial es todavía mayor, puede ser maravillosamente sutil y evocador hasta contundentemente aterrador ¿Es posible que algo sea a la vez tierno y temible?
– La inmaterialidad de todo lo que vemos, el reto que supone tener que ponernos unos guantes para enfrentarnos a algo que noes está siendo ofrecido, casi de manera sagrada ¿Estamos preparados para la materialidad real de las cosas? Sin embargo, lo que tenemos frente a nosotros no es sino una estado anterior a la materialidad del arte creado por los artistas, ¿puede algo ser corpóreo y etéreo al mismo tiempo?
– Escribir un texto es hacer preguntas, para un artista dibujar un boceto es comenzar una pregunta que perseguirá hasta el momento en que crea que ha sido respondida. Hemos perdido la costumbre de hacernos preguntas, lo que buscamos son siempre respuestas ¿Qué tal si la realidad está solamente hecha de incógnitas, de trazos inacabados que simplemente se concatenan con los siguientes? Quizá, como estos creadores, tendríamos que ser más sensatos y empezar por bocetar lo que luego se convertirá en realidad... O no.
Javier Aparicio